La figura indiscutible fue Steven “Titi” Rodríguez con su doblete agónico. Un preludio de tensión y urgencia.
El sol caía sobre el Metropolitano cuando las puertas se abrieron y un mar rojiblanco inundó las gradas. Junior necesitaba recuperar confianza con sus hinchas que lo acompañaron en masa para su duelo con el Bucaramanga, mientras que el leopardo llegó decidido a sumar fuera de casa. En el túnel, las miradas eran de acero: un partido vital para ambos, con la presión en aumento y la afición dispuesta a empujar hasta el final.
Una primera mitad de control equilibrado
Desde el pitazo inicial, Junior buscó el dominio por las bandas: centros cerrados, combinaciones rápidas entre Esparragoza y Castrillón, y la presencia constante de Peña en el costado derecho. Bucaramanga, más directo, lanzó contragolpes con Sambueza y Pons como puntas de lanza. El mediocampo se convirtió en zona de choque, con Celis y Zarate midiendo cada pase, pero sin quebrar la paridad. Las aproximaciones eran tímidas: un cabezazo desviado por Báez y un disparo cruzado de Londoño que rozó el poste, lo justo para mantener el 0–0 al descanso.
El penalti fallado y el golpe leonino
La segunda parte arrancó con alto voltaje. Al minuto 54, Guillermo Paiva se encargó del primer instante decisivo: penalti claro por falta en el área, pero su disparo se fue desviado al palo izquierdo de Quintana. El silencio sepulcral duró solo segundos, pues Bucaramanga reaccionó de inmediato. Cinco minutos después, Faber Gil aprovechó un desborde de Londoño para fusilar de pierna derecha y poner al visitante arriba. El gol encendió luces de alarma, y el VAR tardó más de siete minutos en validar la acción, desatando críticas y tensión en ambas bancas.
El renacer de “Titi”: penal y redención
Con el cronómetro rozando el 89, la insistencia de Junior rindió frutos. Una falta en el área le devolvió a “Titi” Rodríguez la opción de redimirse. Su tiro al centro del arco descolocó a Quintana y provocó el rugido de más de 30 000 gargantas. El empate no solo calmó a la hinchada, sino que reavivó el espíritu de los tiburones.
El estallido rojiblanco y el gol de la victoria
Cuando todo parecía consumado en empate, Junior montó un último empuje. Un centro milimétrico de Castrillón encontró a Rodríguez en el corazón del área. “Titi” controló con el pecho, se acomodó y definió con frialdad a la escuadra. El balón se coló por el primer palo y desató la euforia de un estadio al borde de la locura. Con el 2–1 en el marcador, solo restaban instantes para el pitazo final.
Incidentes finales y llamada a la calma
La derrota caló hondo en Bucaramanga. En los segundos finales surgieron empujones y recriminaciones cerca de la línea de fondo, lo que obligó a los árbitros y al personal de seguridad a intervenir. Jugadores de ambos bandos intercambiaron palabras acaloradas, pero la pronta calma del cuerpo arbitral evitó que se desbordara la situación.
Epílogo: carácter, controversia y legado
Junior suma tres puntos vitales en un duelo de altos decibeles. La figura indiscutible fue Steven “Titi” Rodríguez con su doblete agónico. Ahora, la Liga deberá revisar el informe arbitral y las imágenes del VAR para evaluar posibles sanciones. Mientras tanto, en Barranquilla se respira optimismo: el equipo demostró resiliencia y recuperó la fe justo cuando más lo necesitaba.
Nóminas:
Junior: Mauro Silvera; Edwin Herrera (Jhonier Guerrero), Javier Báez, Jermein Peña, Yeison Suárez; Carlos Esparragoza (Steven Rodríguez), Guillermo Celis, Bryan Castrillón (Fredy Salazar), Jesús Rivas (José Enamorado), Yemmi Chará; Guillermo Paiva (Teófilo Gutiérrez).
DT: Alfredo Arias
Bucaramanga: Aldair Quintana; Bayron Duarte, Jefferson Mena, José García, Carlos de Las Salas; Faber Gil, Aldair Zarate (Leonardo Flores), Gustavo Charrupí, Kevin Londoño (Carlos Romaña); Fabián Sambueza (Jhon Vásquez), Luciano Pons.
DT: Leonel Alvarez